Erase una vez un rey que quiso saber quién era el hombre más sabio en su reino y, para ello, convocó a los que tenían fama de destacar por su inteligencia. Una vez reunidos en palacio les lanzó un reto: en el plazo de 15 días, deberían presentarse ente él con una palabra escrita en un papel que le fuera útil tanto en los momentos más difíciles como en los días de total felicidad.
Los sabios estuvieron dándole vueltas a la petición, pero el día señalado para la nueva cita fueron desfilando ante el monarca y, con las caras muy serias, tuvieron que admitir que no habían podido cumplir con el encargo. Sólo faltaba por llegar el más anciano de todos y, en cuanto cruzó el umbral de palacio, se dirigió al rey para entregarle un sobre.
El monarca lo abrió y desplegó el papel esbozando una gran sonrisa. Poniendo los brazos sobre los hombros del venerable anciano, lo felicitó por haber hallado la solución y todos los presentes quisieron conocer cuál era esa palabra mágica. Entonces, el rey la leyó: <<Pasará>>. <<En los malos momentos -agregó- pronunciar esta palabra me aliviará, porque recordaré que pasarán, y en los días de plenitud me ayudará a ser prudente, porque sabré que esos instantes no durarán para siempre>>.
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