Una antigua leyenda nos habla de tres hombres que viajaban siempre con dos sacos a cuestas, uno por delante y el otro por detrás. Cuando le preguntaron al primero qué había en sus sacos, respondió: <<Todo lo bueno que me han dado mis amigos está en el de atrás y rápidamente lo olvido. El delantero sólo contiene las cosas desagradables, pero me regodeo pensando en ellas cada dos por tres>>. Como consecuencia de ello, apenas avanzaba en su camino.
El segundo hombre contestó de esta manera cuando le formularon la misma pregunta: <<En este saco que llevo delante, están todas mis buenas acciones. Continuamente las exhibo ante los demás. En el posterior, encierro mis numerosos errores. No me permiten caminar con rapidez, pero no puedo desprenderme de ellos>>.
Por último, al preguntarle al tercer hombre sobre sus sacos, éste respondió: <<El saco de delante está lleno de los mejores pensamientos y los actos más bondadosos de la gente. Es grande, pero apenas pesa. El que llevo a mis espaldas está vacío pues le hice un agujero por el que se escapa lo malo que oí de los demás y que a veces pienso de mi. Todo eso se perdió para siempre y ya no hay peso que haga duro mi camino>>.
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