Había una vez un joven que lo que más deseaba era aprender a cazar. Por ello, fue en busca del cazador más experto para que se convirtiera en su maestro. El hombre miró el arma del novato y se dio cuenta de que había gastado un buen dinero en ella, así que procedió a charlar con él de los diversos tipos de aves y a darle consejos sobre cómo apuntar y disparar. Cuando el muchacho escuchó todo esto, se creyó preparado para iniciar su primera partida de caza. Pero, antes de que pudiera apoyar la escopeta en el hombro, todos los pájaros del bosque ya habían levantado el vuelo.
Regresó ante el maestro cazador y le contó lo sucedido. <<¿Prefieres disparar contra un pájaro que no puede volar? Si es así, vete a casa y consigue un pedazo de cartón en el que dibujarás un pájaro. Cuélgalo en un árbol y haz prácticas de tiro sobre él>>, le aconsejó. El aprendiz siguió sus instrucciones pero no pudo acertar ni un disparo. Así que, viendo sus ganas de aprender, el veterano cazado le dijo: <<Mi último consejo es que te concentres en disparar a un cartón y, cuando lo hayas conseguido, dibuja tantos pájaros como impactos hayas hecho>>. Y es que la perseverancia en cualquier tarea es, con frecuencia, lo que distingue a aquellos que consiguen el éxito de los que fracasan.
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