Hoy vamos a hablar de una mujer cuya carrera es tan excepcional y brillante que es, a sus 80 años, un icono del mundo de la investigación. Nos referimos a Margarita Salas, discípula del Nobel de medicina Severo Ochoa, que se doctoró en Bioquímica en 1963, después de haber tenido que superar muchos obstáculos por no ser hombre, y que puede presumir también de ser la primera mujer científica en entrar en la Real Academia Española. Eso sin mencionar que es miembro de la Academia Nacional de Ciencia de EEUU y que fue nombrada investigadora europea por la Unesco en 1999.
¿Y qué es lo que ha hecho esta mujer para alcanzar tantos reconocimientos? Se puede afirmar que Margarita es la precursora de la biología molecular en España y que su mayor contribución ha sido descubrir, junto con su grupo de investigación, una proteína de nombre algo complicado -la DNA polimerasa- cuyas propiedades la hacen muy útil en el campo de la biotecnología. Para entenderlo un poco mejor diremos que las aplicaciones de este descubrimiento permiten realizar un diagnóstico precoz del cáncer y desarrollar una medicina personalizada, ya que, como explica la científica española, <<todos somos conscientes de que, a unos nos sienta bien un determinado medicamento y a otros mal, pues eso se debe a que somos distintos y tenemos un perfil genético distinto>>. Por otro lado, sus avances en el campo de la biotecnología también se utilizan en las investigaciones que lleva a cabo la policía científica y en los equipamientos de los hospitales más modernos.
Para llegar hasta aquí, Margarita reconoce que no lo tuvo fácil, aunque recuerda que ella fue una privilegiada <<porque mis padres siempre tuvieron muy claro que sus dos hijas iban a estudiar una carrera universitaria lo mismo que un chico -explica-. Y en aquella época, cuando empecé a hacer la tesis doctoral en Bioquímica, a la mujer no se la consideraba apta para la ciencia, se creía que no valíamos para la investigación>>. Ella se ha encargado de acabar con esta absurda idea.
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