Por ELENA CABALLERO MARTÍN
Técnica en Prevención de Riesgos Laborales
Dormir es un proceso fisiológico complejo en el que el cerebro permanece activo, e incluso algunas partes del mismo permanecen tan activas como en la vigilia. Las horas de sueño necesarias dependen tanto de parámetros fisiológicos genéricos como de los individuales. Éstos se ven influenciados directamente por los hábitos sociales y las rutinas a los que estamos sometidos (turnos del trabajo, responsabilidades domésticas y familiares, estilo de vida), la estación del año o el nivel de agotamiento que tengamos. En cualquier caso, cada persona necesita unas horas determinadas de sueño que le permitan mantener una situación de vigilia adecuada tanto física como psíquicamente.
En general es más importante la calidad del sueño que el número de horas que dormimos. En la sociedad actual, a menudo ocurre que asumimos un insomnio voluntario derivado de los compromisos sociales y responsabilidades. Pero existen situaciones de insomnio crónico o malos hábitos de sueño que se tornan irreversibles. Adoptar costumbres de higiene del sueño puede ayudar a la mayoría de las personas a descansar mejor obteniendo una serie de beneficios como son conservar el sistema nervioso, favorecer la resistencia del sistema inmunológico, la relajación muscular, la oxigenación de las células, entre otros.
Algunos hábitos de nuestra vida cotidiana son incompatibles con un sueño reparador. Por ejemplo hacer siestas prolongadas; acostarse a distinta hora cada día; consumir alcohol, tabaco o cafeína antes de dormir; no descansar en una habitación apropiada, por ejemplo, exceso de ruido, luminosidad, mala ventilación; son rutinas que no contribuyen a la mejora de los hábitos de higiene del sueño.
En el caso de personas que trabajan a turnos o de noche también hay un factor del ritmo circadiano individual que puede dificultar conciliar el sueño. Frente a episodios puntuales de insomnio, intentar tener paciencia y no preocuparse en exceso. Generalmente, hay etapas de insomnio transitorio relacionado con algún factor puntual estresante. En estos casos, evitar forzarse a dormir y procurar relativizar el foco estresor. Puede ayudar a conciliar el sueño poner en práctica alguna técnica de relajación (a través de la respiración o de relajación muscular), escuchar algo de música o leer un libro durante un rato. Si el problema persiste más de 15 días, es recomendable consultarlo con un médico.
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