Una mujer muy sabia se levantó una mañana y, al contemplarse en el espejo, vio que sólo le quedaban tres cabellos en la cabeza. <<Creo que hoy me voy a hacer una trenza>>, pensó, y aquel día resultó maravilloso.
A la mañana siguiente, volvió a observarse con detalle ante el espejo y notó cómo sólo le quedaban dos pelos. <<Hoy me peinaré con la raya en medio>>, exclamó entusiasmada. Y el día transcurrió lleno de alegrías y encuentros memorables.
Cuando despertó al tercer día y, como de costumbre, fue a mirarse al espejo, vio que sobre su cabeza se erguía un solitario cabello. <<Hoy me haré una cola de caballo>>, se dijo a sí misma. Así lo hizo y esa jornada fue muy divertida.
A la mañana siguiente, nada más levantarse de la cama, salió corriendo a mirarse en su espejo y descubrió que ya no quedaba ni un solo pelo en su desnuda cabeza. Lejos de entristecer, exclamó con alegría: <<¡Qué bien! Hoy no tendré que peinarme>>. Y abrió la puerta de su casa dispuesta a exprimir cada uno de los segundos del día que tenía por delante.
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