Tres hombres estaban extraviados en la montaña y sólo tenían una pieza de fruta para alimentarse. Cuando ya habían perdido toda esperanza de que alguien les rescatase y el panorama que se les planteaba era desolador, se les apareció un genio y les dijo que pondría a prueba su inteligencia con una sola pregunta y, dependiendo de cuál fuese su respuesta, les salvaría.
La pregunta fue la siguiente: <<¿Qué me pediríais para resolver vuestro problema y poder alimentaros todos?>>. Y el primero de los montañeros dijo: <<Yo te pediría que hagas aparecer más comida>>. El genio le respondió que ésa no era una respuesta sabia, pues no hay que pedir que aparezca mágicamente la solución a los problemas, sino aprender a trabajar con lo que se tiene. El segundo hombre le propuso esto: <<Haz que la fruta crezca y sea suficiente para los tres>>, a lo que el genio se negó, pues por mucho que la aumentase no sería nunca bastante para satisfacer la codicia humana. Finalmente, habló el tercero: <<Aunque tenemos hambre y somos codiciosos, haznos pequeños para que la fruta sea suficiente>>. Al genio le brillaron los ojos y le respondió: <<Tú has dado con la clave. Sólo siendo humildes y generosos de corazón alcanzareis la prosperidad>>.
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