Leo era un camaleón tan pequeño que el resto de sus familiares le sobrepasaban en tamaño. Él intentaba suplir ese hándicap con entusiasmo y con muchas habilidades y trucos que había aprendido con los años. Pero, por mucho que se esforzaba, mientras ellos cazaban los insectos más grandes y crecían sanos y fuertes, él tenía que conformarse con algún pequeño mosquito y poco más como dieta.
Un día de primavera, se levantó muy temprano y dispuesto a cambiar su destino: buscaría otro lugar donde hubiese menos competencia y resultara más fácil cazar cuando necesitase. Se puso en marcha y recorrió largos senderos, escaló altas montañas y bajó a lo más profundo de los valles. Agotado pero jamás desanimado, llegó a un estanque de nenúfares repleto de insectos de todas las especies. ¡Aquello era el paraíso! Y tan feliz y plena fue su vida en aquel lugar donde cada vez que salía a cazar regresaba con el estómago lleno, que creció, creció y creció hasta convertirse en el rey del estanque.
Así, si tenemos el valor de salir de la rutina y abandonar nuestra zona de confort, al igual que nuestro amigo Leo, se nos abrirán nuevos horizontes que nos ayudarán a hacer más plena nuestra vida.
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