1 Cepíllalo cada día: y no solo una vez, hazlo por la mañana y por la noche, antes de acostarte. El cepillado estimula la circulación sanguínea y hace que el cabello crezca más sano y fuerte.
2 No te acuestes con el cabello húmedo: aumenta el frizz y propicia el desarrollo de microorganismos (e incluso puede dar lugar a la aparición de caspa). A la hora de dormir tampoco son recomendables las coletas, puesto que la presión quiebra los cabellos. Lo ideal es suelto y seco.
3 Enjuague final con agua fría: por supuesto, dúchate con agua cliente todo el tiempo que quieras. Pero cuando llegue el momento del enjuague final del cabello, hazlo con agua fría o, a lo sumo, templada. Así protegerás tu cuero cabelludo y tu pelo ganará brillo y salud.
4 Usar primero el acondicionador: así conseguirás que tu cabello quede más hidratado y fuerte. Después aplica el champú masajeándote suavemente para favorecer un mejor riego sanguíneo.
5 No abusar de plancha y secador: un clásico que seguramente ya has oído hasta el cansancio, pero nunca está de más recordarlo. El secador y la plancha resecan los cabello y, al final, echarán por tierra todo el trabajo de hidratación que hagas. No significa que no los uses nunca, sino que debes hacerlo con moderación.
6 No frotar con la toalla al secarse: cuida tu cabellera al salir de la ducha. Frotar el cabello con excesiva fuerza hace que se resquebraje y que las puntas se rompan y abra.
7 Mimarlo cada tanto: hacer todo lo anterior no es excusa para abandonar a tu cabello a su suerte. Con cierta regularidad, aplica una mascarilla para nutrirlo y revitalizarlo. ¡Y corta las puntas! Así crecerá más saludable y con mejor aspecto. Por cierto, aprovechemos para derribar un mito: cortar las puntas no hace que crezca más rápido.
8 Aliméntate bien: una alimentación balanceada proveerá a tus cabellos de los nutrientes adecuados. Frutas, verduras, pescados y frutos secos, por ejemplo, te aportarán las vitaminas y ácidos grasos que necesitas.
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