Si Neil Armstrong pisó la Luna el 20 de julio de 1969, fue en parte, gracias a las tres mujeres afroamericanas que inspiraron el libro y la película <<Figuras ocultas>>: Katherine Johnson (1918), Dorothy Vaughan (1910-2008) y Mary Jackson (1921-2005).
En plena Guerra Fría, cuando los rusos ya habían lanzado el primer satélite espacial, el <<Sputnik>>, las tres participaron en el primer programa espacial de EEUU, el proyecto Mercury, y en la histórica misión del Apollo XI con la que el hombre llegó a la Luna, al calcular, con sus mentes privilegiadas, la mejor ruta de ida y vuelta para las naves.
Mary, la primera mujer afroamericana que alcanzó el grado de ingeniera de la NASA; Dorothy, madre de cuatro hijos y la primera que llegó a ser supervisora, y Katherine, condecorada por Obama en el 2015, fueron las principales responsables de calcular la trayectoria de la cápsula Mercury, que llevó a 187 kilómetros de la Tierra a Alan B. Shepard en 1961. Aquel éxito abrió las puertas a nuevas misiones como la que, en 1962, protagonizó John Glenn, el primer americano en orbitar al rededor de la Tierra. Tal era la fiabilidad de aquellas matemáticas que, cuando le pasaron a Glenn los cálculos que había hecho uno de los primeros ordenadores que usaba la NASA, dijo: <<Haz que Katherine Johnson compruebe los números. Si dice que son correctos estoy dispuesto a ir>>. Y fue y, lo más importante, regresó.
Alcanzar tal estatus en los años 60 no fue nada fácil para tres matemáticas que, además, de ser mujeres, eran afroamericanas y que, a causa de las leyes segregacionistas, tenían vetado el acceso a la educación y a profesiones como las de los blancos. Basta decir que en el Langley Research Center de la NASA, donde trabajaban, usaban instalaciones separadas para comer o para ir al baño.
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