Era como estar en un mundo ajeno a mi, me sentía invisible ante la gente que caminaba por la calle y que parecía no verme, apenas sentía la mirada de alguien que posiblemente pensaría que hacía aquella muchacha mojándose en plena tormenta.
La noche estaba al caer, empezaba a oscurecer antes de tiempo por culpa de la tormenta. Mil tambores resonaban de vez en cuando cuándo caía un trueno y un relámpago iluminaba todo el firmamento para que pudiera ver la fuerza y grandeza de la naturaleza y hacerme parecer aún más pequeña e insignificante.
Sabía que mi hundimiento traería un levantamiento triunfal, que de entre las cenizas resurgiría como el ave fénix.....
Continuará......
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