La Ciencia de la Nutrición estudia la relación entre la alimentación y los estados de salud y enfermedad.
Hay un espectro amplio entre los límites de la desnutrición y la salud óptima, incluyendo muchos síntomas comunes y enfermedades que a menudo pueden ser prevenidas o aliviadas con la mejor nutrición.
Sin embargo, una de las cosas más increíbles es la falta de información general que existe en el mundo respecto a lo que es la nutrición.
Ningún gobierno se ha preocupado por educar realmente a la gente sobre nutrición y sobre la carga calórica de los alimentos, al margen del nivel cultural y socieconómico al que queramos referirnos. Así, encontramos universitarios, especialistas -incluso de la salud-, licenciados o ingenieros (por no mencionar todas las profesiones), amas de casa, jóvenes, ricos y pobres, con carencia evidente o de plano ajenos al tema nutricional.
Científicamente está demostrado que las carencias, excesos y desequilibrios en la dieta pueden producir impactos negativos sobre la salud, lo cual, a su vez, conduce a enfermedades como la obesidad, la arterioesclerosis, la diabetes, el cáncer o la osteoporosis, así como a problemas de conducta y psicológicos. Además, la ingestión excesiva de elementos que no tienen ningún papel evidente en la salud (p. ej., esmog, plomo, mercurio, pesticidas, solventes, dioxinas, etcétera) puede incurrir en efectos tóxicos y potencialmente mortales, dependiendo de la dosis.
Los avances en la biología molecular, la bioquímica y la genética han impactado muy positivamente el desarrollo de la Ciencia de la Nutrición. A todo ello hay que agregarle lo conquistado en el estudio del metabolismo integral, que -como el nombre lo sugiere- concibe de manera integrante el efecto de los alimentos, la actividad física, la actitud o el ánimo mental y la salud, por medio de los procesos bioquímicos y hormonales metabólicos.
Nuestro cuerpo está formado de compuestos químicos como el agua, aminoácidos (proteínas), ácidos grasos (lípidos), ácidos nucleicos (ADN/ARN) y carbohidratos (p. ej., azúcares y fibra).
Estos compuestos químicos y elementos se encuentran en varias formas y combinaciones (p. ej., hormonas, vitaminas, minerales, proteínas, grasas, carbohidratos, enzimas, etcétera), tanto en el cuerpo humano como en las plantas y animales que nos sirven de alimentos.
Nuestro cuerpo está formado finalmente de los elementos que comemos y metabolizamos.
Cuando comemos, para digerir los alimentos en nuestro sistema digestivo se secretan aproximadamente de 7 a 8 litros de jugos digestivos, que sirven para desbaratar la comida y poder asimilar los compuestos básicos (aminoácidos, glucosa, triglicéridos, vitaminas, minerales , fitofactores, enzimas, hormonas y otras sustancias). La absorción de esos nutrientes a la sangre desencadenará de inmediato una descarga hormonal que se encargará de completar lo que llamamos metabolismo.
Todo lo que no se puede digerir es desechado como excremento, absorbiendo la mayoría de los jugos digestivos. Cuando ese mecanismo de absorción falla se nos presenta la diarrea, que fácilmente nos deshidrata. Por eso, ante un cuadro diarreico debemos ocuparnos de reponer líquidos inmediatamente.
Hemos encontrado que el alimentarnos con comida fresca, variada, sin procesar, de origen vegetal o animal, produce una respuesta hormonal y metabólica funcional en el metabolismo, mientras que el comer alimentos procesados, refinados, como lo hace el 90% de las personas que viven en la ciudad, genera un desequilibrio hormonal metabólico con alteraciones de la glucosa, de los aminoácidos y de las grasas en sangre, lo cual altera el apetito y propicia el desarrollo de la enfermedades degenerativas que hoy conocemos.
También hemos encontrado que comer raciones medianas balanceadas con intervalos no mayores de 3 a 4 horas ha probado ser hormonal y metabólicamente más favorable que periodos largos o ayunos prolongados.
por Dr. Darío Sánchez Castrellón y Dra. María Laura Aquirre Farías
No hay comentarios:
Publicar un comentario