Tenía 11 años cuando el satélite ruso <<Sputnik>> fue lanzado al espacio en 1957, y ser testigo de aquel logro hizo soñar a la pequeña Shirley Ann con convertirse en investigadora e inventora de aparatos inimaginables en aquella época. Ya entonces, Jackson se sentía muy atraída por las ciencias y las matemáticas e hizo algunos experimentos sobre los hábitos alimentarios de las abejas, a las que le gustaba observar desde su más tierna infancia. Y de las abejas voló al ámbito de la física y las telecomunicaciones, terreno éste último en el que fue una auténtica visionaria. Gracias a Jackson, el fax portátil entró en nuestras vidas y sabemos quién nos está llamando por teléfono antes de descolgar.
Shirley estudió en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y no lo tuvo fácil, no porque no tuviera suficiente capacidad intelectual, que la tenía, sino porque cuando ingresó en el MIT, en 1964, el racismo se dejaba sentir con fuerza incluso en las aulas, y ella era una de las dos únicas mujeres afroamericanas de una clase de 900 alumnos. Tal vez por eso se interesó tanto en el mundo de las comunicaciones, para conseguir romper su aislamiento.
<<Pasé por un período de depresión, y tuve que decidir si iba a perseverar sin permitir que ciertas personas me desanimaran o si lo dejaba todo>>, ha explicado. Y decidió luchar por su sueño. Completó su tesis en 1973 y se convirtió en la primera mujer afroamericana en obtener un doctorado en el MIT.
Después, pasó 15 años en los laboratorios de la empresa AT&T Bell, donde llevó a cabo investigaciones sobre física teórica, física cuántica y física óptica que le permitieron desarrollar la tecnología necesaria para la identificación de llamadas -¡qué haríamos sin ella!- y para la llamada en espera.
Shirley Ann Jackson también es responsable de otros avances en el mundo de las telecomunicaciones y la física en general, incluidos el ya mencionado fax portátil y también el teléfono de tonos, las placas solares y los cables de fibra óptica. En fin, que sin ella, ni nuestro teléfono no sería lo que es hoy en día ni nos comunicaríamos a la velocidad que lo hacemos.
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