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martes, 7 de enero de 2014

Cómo el enamoramiento nos aleja del amor verdadero

La mayoría de nosotros hemos sufrido en alguna ocasión un caso de enamoramiento, hemos padecido ese estado febril en mayor o menor medida. En casos extremos, ese amor enfermizo puede llevar a comportamientos delirantes (por ejemplo, el acoso) o a un obsesión sexual. Muchos psicoanalistas piensan que el enamoramiento es un forma de regresión, que el ansiar esa cercanía con tanta intensidad somos como niños anhelando el abrazo de nuestra madre. Por eso somos más vulnerables a sufrirlo cuando lidiamos con la pérdida e la desesperación, o cuando estamos solos y aislados.

“A veces digo, aunque no del todo en serio, que el enamoramiento es la parte excitante del principio, y que el amor real es la parte aburrida que viene después”, me dijo en una ocasión la poetisa Wendy Cope. “ Los enfermos de amor están poniendo a prueba sus fantasías frente a la realidad”. Pero, dada la angustia que eso puede causar -la pérdida de la libertad mental, la insatisfacción con uno mismo y el terrible dolor-, ¿por qué algunos se empeñan en ignorar la realidad durante tanto tiempo?

A menudo, la razón de esto es que afrontar la realidad implica aceptar la soledad. Y mientras que la soledad puede ser útil -motivándonos, por ejemplo, a conocer a alguien nuevo-, el miedo a la soledad puede funcionar como una trampa, encerrándonos en un sentimiento duradero de abatimiento amoroso.


Al igual que los paranoicos, los enfermos de amor recogen información con avidez, pero uno se da cuenta enseguida de que cada una de sus interpretaciones solo sirven para confirmar su delirio.

por STEPHEN GROSZ

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