Algunas investigaciones han demostrado
que cuando suena una alarma de incendio, la gente no reacciona
inmediatamente. Se ponen a hablar entre ellos y tratan de averiguar
que está pasando. Se quedan.
Esto debería resultar obvio para
cualquiera que haya participado en un simulacro de incendio. En lugar
de abandonar el edificio, esperamos. Esperamos más indicios: el olor
a humo, o la confirmación de alguien en quien confiamos. Pero
también se ha demostrado que, incluso disponiendo de más
información, muchos de nosotros seguimos sin movernos. En 1985, 56
personas murieron en un incendio que se desató en las gradas del
estadio de fútbol de Valley Parade, en Bradfod. Al revisar las
escenas grabadas por la televisión, podía verse que el público no
reaccionó inmediatamente y que continuó viendo tanto el partido
como el fuego, sin dirigirse hacia las salidas. Y las investigaciones
demuestran una vez más que cuando al final reaccionamos seguimos
viejos hábitos de comportamiento. No nos fiamos de las salidas de
emergencia. Casi siempre tratamos de salir por la misma puerta por la
que hemos entrado. La reconstrucción forense del incendio en un
famoso restaurante de Kentucky, el Beverly Hills Supper Club,
demostró que muchos clientes habían intentado pagar antes de salir
y murieron calcinados en la cola.
Después de veinticinco años como
psicoanalista, no puedo decir que esto me sorprenda. Nos resistimos
al cambio. Realizar un pequeño cambio, incluso uno que es
indudablemente por nuestro bien, suele producirnos más miedo que
ignorar una situación peligrosa.
Nos mostramos vehementemente fieles a
nuestra forma de ver el mundo, a nuestra historia. Queremos saber en
qué nueva historia vamos a meternos antes de abandonar la anterior.
No utilizamos una salida si no sabemos con exactitud adónde va a
llevarnos, incluso -y quizá especialmente- cuando se trata de una
emergencia. Y esto es así, me apresuro a añadir, tanto si somos
pacientes como psicoanalistas.
Al enfrentarnos al cambio dudamos, por
que el cambio es pérdida. Pero si no aceptamos cierta pérdida,
podemos perderlo todo.
por STEPHEN GROSZ
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