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jueves, 5 de junio de 2014

Recuperar la ilusión empieza por un cambio de actitud. Matar la vaca

"El conformismo es el carcelero de la libertad y el enemigo del crecimiento"

J. F. KENNEDY

Hay una fábula de origen incierto, que ha inspirado a todo aquel que la ha leído, porque todos tenemos vacas que matar. Pueden ser laborales, sentimentales...

"Había una vez un viejo maestro que decidió visitar junto a su discípulo la casa más pobre de la comarca, donde malvivía una familia con una sola posesión: una famélica vaca cuya escasa leche les proveía de insuficiente alimento, pero alimento al fin y al cabo. El padre, hospitalario, les invitó a pasar con ellos la noche. Al día siguiente, muy temprano, el maestro le dijo a su discípulo: "Ha llegado la hora de la lección". Y el maestro sacó una daga y degolló a la pobre vaca.


-¿Qué clase de lección deja a una familia sin nada?- se quejó el discípulo.


-Fin de la lección- fue la única respuesta.


Un año más tarde volvieron al pueblo y donde estaba la casucha destartalada encontraron una casa grande, limpia y bastante lujosa.


Vieron salir al padre de familia, que no sospechaba que el maestro y el discípulo habían sido los responsables de la muerte de su vaca, y les contó cómo el mismo día de su partida algún envidioso había degollado salvajemente al pobre animal...


-...esa vaca era nuestro sustento. Pero cuando vimos a la vaca muerta, supimos que estábamos en verdaderos apuros y que teníamos que reaccionar. Y lo hicimos. Decidimos limpiar el patio que hay detrás de la casa, conseguimos algunas semillas y sembramos patatas y algunas legumbres para alimentarnos. Muy pronto vimos que nuestra granja casera producía más de lo que necesitábamos, y así empezamos a vender. Con las ganancias compramos más semillas, y así hasta hoy mismo que he comprado la casa de enfrente para plantar más patatas y hortalizas y algo de...


Mientras el padre de familia seguía hablando, el discípulo se dio cuenta de que aquella vaca había sido la cadena que mantenía a toda la familia atada a una vida de conformismo y mediocridad.


GABRIEL GARCÍA DE ORO

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