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martes, 7 de enero de 2014

Cómo el miedo a la pérdida puede hacer que lo perdamos todo

Algunas investigaciones han demostrado que cuando suena una alarma de incendio, la gente no reacciona inmediatamente. Se ponen a hablar entre ellos y tratan de averiguar que está pasando. Se quedan.
Esto debería resultar obvio para cualquiera que haya participado en un simulacro de incendio. En lugar de abandonar el edificio, esperamos. Esperamos más indicios: el olor a humo, o la confirmación de alguien en quien confiamos. Pero también se ha demostrado que, incluso disponiendo de más información, muchos de nosotros seguimos sin movernos. En 1985, 56 personas murieron en un incendio que se desató en las gradas del estadio de fútbol de Valley Parade, en Bradfod. Al revisar las escenas grabadas por la televisión, podía verse que el público no reaccionó inmediatamente y que continuó viendo tanto el partido como el fuego, sin dirigirse hacia las salidas. Y las investigaciones demuestran una vez más que cuando al final reaccionamos seguimos viejos hábitos de comportamiento. No nos fiamos de las salidas de emergencia. Casi siempre tratamos de salir por la misma puerta por la que hemos entrado. La reconstrucción forense del incendio en un famoso restaurante de Kentucky, el Beverly Hills Supper Club, demostró que muchos clientes habían intentado pagar antes de salir y murieron calcinados en la cola.
Después de veinticinco años como psicoanalista, no puedo decir que esto me sorprenda. Nos resistimos al cambio. Realizar un pequeño cambio, incluso uno que es indudablemente por nuestro bien, suele producirnos más miedo que ignorar una situación peligrosa.
Nos mostramos vehementemente fieles a nuestra forma de ver el mundo, a nuestra historia. Queremos saber en qué nueva historia vamos a meternos antes de abandonar la anterior. No utilizamos una salida si no sabemos con exactitud adónde va a llevarnos, incluso -y quizá especialmente- cuando se trata de una emergencia. Y esto es así, me apresuro a añadir, tanto si somos pacientes como psicoanalistas.
Al enfrentarnos al cambio dudamos, por que el cambio es pérdida. Pero si no aceptamos cierta pérdida, podemos perderlo todo.

por STEPHEN GROSZ

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